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El Día del Idioma se celebra para hacerle homenaje a Miguel de Cervantes Saavedra, autor de «El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha», obra ilustre del idioma español. El escritor falleció el 22 de abril de 1616, en Madrid, España, sin embargo, se decretó la fecha de su entierro, 23 de abril, como el día de su muerte por una costumbre de la época. En esa misma fecha falleció William Shakespeare, por lo que el Día de la lengua inglesa, también se celebra el 23 de abril. 


Por ello, la Real Academia de la Lengua instituyó el 23 de abril de cada año como DIA DEL IDIOMA, a fin de homenajear la vida y obra de estos autores, en el que buscamos resaltar la importancia del lenguaje y además, del idioma como patrimonio de nuestra identidad de las personas.


El idioma español es tan dinámico que es considerado como la segunda lengua más importante del plantea y la tercera más hablada. Esto quiere decir, que gracias a ese tronco de las lenguas romances, a la renovación e innovación permanente acorde con los ritmos científicos y tecnológicos del hombre, y a las manifestaciones de las diferentes culturas y lenguajes, el Día del Idioma se debe celebrar en las instituciones educativas, en los medios de comunicación, en el Parlamento, en la calle, en los parques, en la casa, hablando bien, escribiendo bien, hablando correctamente y escribiendo correctamente. Donde quiera que estemos, ese día debe prevalecer la fuerza del idioma con su sonoridad, su romanticismo, su gramática que nos permite comunicarnos y su ortografía que dice cuánta grandeza hay en las palabras.


En Colombia la fecha se impuso por medio del Decreto 707 del 23 de abril de 1938. Es también el día del bibliotecario, declarado así por la Asociación Colombiana de Bibliotecarios en su XXX reunión en 1958; es igualmente el día del libro en castellano, declarado así en el marco de la UNESCO por las delegaciones de los países de habla española y por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina.


CERVANTES, SOLDADO DE LA INFANTERÍA ESPAÑOLA.


El genio de las letras tuvo otra intención vital: quiso ser y fue soldado. Sirvió primero en el Tercio de Moncada, con el que combatió en la batalla de Lepanto (1571). Tras recuperarse de sus heridas, por las cuales fue apodado El Manco de Lepanto, pasó al Tercio de Figueroa (también llamado Tercio de Granada). Ambas unidades militares habían sido creadas para luchar en las Alpujarras y, después, embarcaron hacia Lepanto, donde también combatió el Tercio de Sicilia, junto a otras unidades de Infantería procedentes de los dominios de Felipe II y de los otros estados coaligados en la Santa Liga. En 1573 Cervantes pasó con su capitán al Tercio de Sicilia y, tras un breve periodo en Nápoles, embarcó hacia España con cartas de recomendación de Juan de Austria. No obstante, fue apresado durante el trayecto y sufrió cinco años de cautiverio en Argel. 


La experiencia militar de Cervantes quedó ampliamente reflejada en sus obras, expresando su lealtad a los valores de la época: cristiandad, España y rey, así como a valores caballerescos anteriores, en los que seguía creyendo, como justicia, caridad, protección del débil..., tal y como se aprecia en el Quijote.


Rosa Isabel Berdugo Diaz.
Docente Ocasional 
Sección de Ciencias Sociales y Humanidades.

Bibliografía
-    Montealegre Armando. Educación, Escritura, Lectura, Lenguaje. Ed Magisterio
-    Ejército de Tierra (España).